Friday, July 02, 2004

Ritual

Era el ritual de todos los veranos. Yo había dejado en Buenos Aires materias pendientes y mis vacaciones se terminaban, invariablemente, antes que las de mis hermanos. Entonces, algun domingo de febrero, mi papá decretaba que era hora de volverme, de recluirme en casa, tranquila, para rendir bien en marzo. Todo quedaba en Miramar: mis amores de verano, mis vueltas por Central Park a la tarde para jugar unos fichines, mis noches en la Cantina, la playa del vivero, el muelle, los libros usados de Tupi Namba, los cafés en Sitges con mamá y mi hermana...
Mi papá me arrancaba de todo eso obligándome a soñar desde ese mismo día con las próximas vacaciones en la playa. Sin embargo, el regreso siempre era un buen final: viajaba de tarde-noche con mi papa y, a veces, mi hermana. La pelea de siempre. Nosotras queríamos salir por Mar del Plata y mi papá insistía con cruzarla por atrás para evitar el tráfico y la compra de alfajores. Música en el auto, por esa epoca lo usual eran Tina Turner, Rod Steward, Los Beatles, y los casette grabados que mezclaban REM con los Redondos. A Buenos Aires llegabamos bien de noche. La ciudad vacía, era como tomarla casi por asalto, agarrarla de sorpresa. Buscabamos una pizzería de barrio abierta, comprabamos algo e ibamos para casa, mi casa de la calle Virrey Liniers. El aroma a encierro, a lugar no vivido durante dos meses me encantaba..Sí, odiaba que el verano se terminara, pero a la vez adoraba volver a casa.